Jorge sentado en la escalera

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los textos publicados. (Ley de la Propiedad Intelectual, textos registrados).

Mi foto
Nombre:
Lugar: MÓSTOLES, MADRID, Spain

miércoles, septiembre 06, 2006

Gestos del silencio /7

Sin saberlo se repartieron las cartas, yo pensando que era quien las elegía. Comenzó a elevarse un castillo de naipes que me hacía sentir rozar las nubes, ¡un castillo de naipes!. Era joven de manera diferente a como lo soy ahora; entonces era más joven de edad y demasiado maduro para esa edad. Hoy he crecido hacia atrás y soy una extraña mezcla de tiempo y espíritu agitada por la evolución, el crecimiento, la ilusión extenuada a fuerza de renovarse. Hoy veo algo de mí, acaso algo más, que me recuerda a una ilusión renovada con ser una ilusión nueva. Algo de mí me cambia la visión del mundo para que no vea sino el camino definitivamente mío, con futuro y con pasado, no sólo con futuro. Hoy el castillo de naipes cae y algo de mí se pierde en las ruinas, algo de mí se derrumba, tal vez se entierra bajo las ruinas, se pierde en el pasado que se aleja más allá de la memoria, cada vez más. Hoy llueve y hay truenos precedidos de relámpagos, corren ríos de agua por las calles y las ropas desprevenidas se adhieren a la piel, empapadas. Hoy haríamos el amor empapados bajo esa lluvia que tanta energía nos aporta y que tan felices nos hace. Es seis de septiembre y una tarde como la de hoy (más soleada), hace un año, tú y yo viviamos nuestra presencia por primera vez en nuestras vidas. Ese día algo ocurrió que convirtió nuestros sentimientos en un inicio sin pasado. Hoy no es un castillo de naipes, porque no nos elevamos sino que vivimos en una burbujita sólo nuestra. No somos frágiles porque somos energía y nos transformamos. Nuestro inicio nos llega en una juventud con pasado y con futuro y según el futuro se funda en el presente nuestro inicio madurará en una juventud extraña con un pasado que, a fuerza de crecer, no supera nuestro futuro. Y qué es el tiempo, mi amor, si cada instante es un suspiro, qué es el tiempo, mi vida, si cada día podría ser medio minuto y un día podría ser un año, qué es el tiempo, mi niña, si cada año es una adorable eternidad vivida juntos con el amor que hoy culmina nuestro existir en una vida más allá siempre de la siguiente, en una burbujita más allá de los tiempos que perpetua nuestro amor lejos del entendimiento y de las leyes.
Hoy, amor mío, no siento sino impulso y deseos de transcribir mis sentimientos, mis emociones y mi espíritu en una carta escrita para ti en un año llamado seis de septiembre. Una carta como la que te escribo cada medio minuto, al mismo tiempo que acabo la anterior. Igual nuestro amor se engrandece... a cada paso que damos.