Jorge sentado en la escalera

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domingo, marzo 23, 2008

Desvirtuado

Dentro del agua la imagen se distorsiona. Como la cuchara que utilizábamos en Física y que parecía doblarse al introducirla en el vaso. Otras cosas -puedes verlo a través del tiempo- se distorsionan de verdad y te ofrecen la imagen de ser reales. También el tiempo confunde. Cómo podemos hacer para sobrevivir sino inventar una estrategia. Algo que nos ayude a calmar las hormigas que nos recorren por dentro, a adaptarnos a cada nueva situación de nuestro tiempo, que transcurre a nuestras espaldas como si nada. Sé que lo has oído. No es nuevo. Es sólo que no acabamos de resolverlo si no es sumergiéndonos en una cotidianeidad, mejor si es lo suficientemente ruidosa y vistosa como para saturar nuestros sentidos o, al menos, tenerlos un tiempo ocupados. Siempre hay una marcha que no es la nuestra. Siempre tratamos de olvidarla o la recordamos demasiado. Tampoco sabemos a ciencia cierta lo que hacemos con ella. El tiempo nos lleva como una corriente de agua y avanzamos hasta que la distancia nos hace recordar sin demasiados detalles. Tampoco has de escapar muy lejos. Fue ayer cuando te encontré en el espejo a penas levantarme por la mañana. Supe que eras yo porque gesticulabas como yo esperaba en cada momento. No me fue posible no esperar algo. Por eso me quedé vacío, por esperar a que tu guiaras mis movimientos. El agua corría del grifo y mis manos se distorsionaban bajo el chorro salpicando todo el lavabo y el pijama. Como un estúpido medio dormido esperando a que otro tome su conciencia mientras desaparezco en el agua y en el tiempo.
Eduardo Caballero