Jorge sentado en la escalera

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Lugar: MÓSTOLES, MADRID, Spain

martes, agosto 23, 2005

Jorge sentado en la escalera

(Apunte)
Miraba un guijarro sin más, perdido en la tierra de la calle. Unos son lisos de rodar y ser pisados y otros son más angulosos. Este es liso. Antes no, pero ahora es liso como un dolor mal curado que ya no escuece al tragar. Igual que un cálculo renal sin riesgo de sembrar de estrías las entrañas; no es necesario intervenir para extraerlo, para desatrancarte como si por dentro fueses un entramado de tuberías conectadas no sé de qué manera. Sólo intervienen cuando existe riesgo de desgarros internos, si no el dolor puede mal curarse y no va más allá de unas molestias, por otro lado útiles para mantener en el futuro una conversación mediocre con algún conocido. No, no estoy molesto. Estoy sentado en la escalera de la calle. Es una calle que me gusta, nada más. Desde aquí mi visión es más abierta. Ahora y en esta calle es cuando la piedra lisa rueda entre mis dedos y, por capricho mío, hace la rana en la tierra hasta dar contra una pared, metros más allá. Y qué, ya no está. Es todo así. Busca otra piedra, encerrado en esta calle, diferente desde aquel momento en que vinimos juntos a enseñarte dónde vivía. Sólo que entonces no supe lo diferente que iba a ser. Tan sólo fue mostrarte de lejos mi casa porque preferías que no nos viesen y fueran a invitarnos a entrar.
Decir que entonces, como ahora, nuestro mundo no era sino el tuyo, es reconocer lo importante que para mí fue conocernos. Sólo que ahora no hay nuestro. Aquel monstruo en que se transformó tu mundo tuvo necesidad de espacio y todo se le volvió pequeño. Hoy esta lejos y yo más cerca de lo que se me antoja mi mundo. Mas no sólo es eso sino el camino recorrido hasta llegar a este momento: es como la historia de un mundo inventado, con sus tiempos de guerra y sus tiempos de paz, sus olvidos y su evolución. Nadie estudia esa Historia en un libro porque a los ojos de la ciencia jamás existió y nadie podrá relatarla. Existe en la medida en que le sustenta la vida, que, al desaparecer, se lo lleva todo y desintegra cualquier vestigio de mundo interior, de ese mundo inventado para sobrevivir. Más allá se hace prescindible y se volatiliza. Así es. Son más cosas. Son también edificios oscuros en la capital rodeados de una atmósfera viciada. Allí encontré mi independencia. Allí comencé a inventar un mundo interior propio, no muy lejos de esta calle y esta casa; lo suficiente para sentir un espacio invulnerable, un tiempo a mi disposición y una vida por construir. Así es la ingenuidad, no respeta nada y toda apariencia se le hace real. Sin embargo, aporta una fuerza extraordinaria y eso me hizo crecer hasta llegar a este momento. Este momento es el inicio en el que se encuentra todo final. Deja que recuerde aquel piso de apenas algo más de cincuenta metros cuadrados. Lo alquilaba una mujer mayor que se aseguraba muy bien de no meter allí a cualquiera y me sometió a todo un interrogatorio.
- No trato de inmiscuirme en su vida privada, pero no quiero meter aquí a cualquiera.
- Bueno, ya le digo. Acabo de llegar a Madrid y es Fernando quien me puso en contacto con usted. Me dijo que se lo mencionara.
- Sí, sí. Haces bien, Fernando era un buen inquilino y una bellísima persona. Un poco inquieto, pero eso es normal a su edad. Hay que luchar por lo que uno quiere.
Era un edificio pequeño y ella era dueña de cuatro de las siete plantas. Yo me instalé en el segundo piso, la letra A. Estaba amueblado y me resultó cómodo colocar las cuatro cosas que llevaba. No llevaba más.
Lo extraño fue la primera comida solo. Me sentía bien porque lo hacía con la independencia que buscaba; sólo que el silencio pesaba porque aún no me había habituado a él. En el fondo, tuve suerte de encontrar un lugar tranquilo en una ciudad como Madrid.

La visión que antes tenía del mundo era pequeña, es ahora cuando ha crecido; ahora cuando la siento abierta, aquí sentado en esta calle. Cuando, no sé, recorríamos las calas de Mallorca deteniéndonos en las que nos parecían especiales para encontrarnos con la energía primordial que nos da la vida, el sonido de las olas, la brisa húmeda y salina del mar, el color del cielo de las islas y el sol cegando nuestros ojos.

BIENVENIDA

Este es un espacio que comienzo a construir desde la tranquilidad y la paz. Crecerá despacio y cobrará vida a medida que los momentos especiales vayan otorgándosela. El sentido se cobrá en la desorientación, desde ahí uno comienza a decidir caminos y a creárselos cuando no se muestran... o cuando sí lo hacen pero no los elegimos.
En parte somos lo que recordamos, ese es el origen: nuestro olvido y nuestro recuerdo, el presente que trascurrió. Es una verdad. Hoy es presente. Hoy escribo y vivo, es lo que quiero ser ahora: quien vivo y soy en el presente. No esperes nada. Vive.
Una sonrisa