Jorge sentado en la escalera

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sábado, julio 22, 2006

Gestos del silencio /4

Al principio de la magia, la piedra caía al suelo junto a las otras y nada más. No pasaba lo previsible ni lo inesperado; era una piedra como las demás, igual de común o diferente que las demás, y a su chasquido al golpearse no seguía un suceso sorprendente. A solas, era un peso muerto en la tierra y, después, sólo silencio. No era sino una piedra que seguía siendo piedra, sin variar su naturaleza inerte. Sin embargo, un día se reconoció en su naturaleza y encontró la armonía de la vida en la naturaleza de cada existencia. Un día volaba golpeada por un pie que, de una patada, la alzó del suelo y la impulsó lejos por el aire y, al caer al suelo, la piedra rebotó y emprendió su corto vuelo hasta el siguiente impulso, lejos del pie y de la patada. Recorrió así el mundo, convirtiéndose en salto al caer al suelo, hasta que un día en que el tiempo se había alejado algo de sus inicios, el salto se convirtió en algo inerte y en un salto de piedra como los demás. Lo sintió elevándose en el aire y lo confirmó en la caída. Su espíritu, entonces, transformó nuevamente su naturaleza, cuando una mano adulta con alma de niño movió al aire los dedos en pleno auge de la curva que la piedra describía en el cielo al elevarse; al caer, sucedió lo imprevisible, no cabía esperar algo que no fuese la piedra cayendo sin más junto al resto, ni llegó a oírse el chasquido al golpearse. Porque no cayó sino que emprendió el vuelo lucida de blanco, su cuerpo blando y el aire acariciando su plumaje aleteado por una forma nueva que le devolvió la vida. Batió sus alas y planeó por el dibujo claro moteado de nubes, alejándose aún más del inicio de los tiempos con el espíritu de una magia surgida de la aparición para transformar la vida y las cosas en una cadena de acontecimientos, un hilo de figuras modificadas, de pulsos variados para mover la felicidad, las lágrimas y las sonrisas. Como un ave en libertad por los cielos y entre los vientos, una piedra buscadora por el mundo, igual que una existencia continua pero no perenne, la magia navegó por los tiempos, aún navega por las aguas de la ilusión y transforma las apariencias. Una mirada inocente, una mirada que crea y sienta la ilusión, siente los pequeños detalles como un latido que no volverá a producirse y lo vive con la intensidad de un momento mágico, acaso muy breve, tal vez algo más largo, seguro que despojado del tiempo, que es sólo una percepción formal. Miro tus ojos y sonrío, enamorado, transformado de piedra en pájaro blanco, confundido con el viento o con el aire de un suspiro; tú empapas como una lluvia lenta, todo lo que rodea mi existencia y transformas en amor los objetos de mi mirada y en vida tus suspiros, enamorada. Mueves con tu vida mis dedos al aire y la piedra emprende su vuelo, se convierte en mar el horizonte y la magia crece en nuestro espíritu niño dibujando sonrisas de felicidad en un aire puro que escapa a todo, escurridizo como una gota de lluvia a lo largo del tiempo, buscando la tierra y evaporándose al cielo, donde nace de nuevo.

1 Comments:

Blogger Toñy said...

Hace tiempo que no me siento en la escalera a contemplar lo que va y lo que viene por estas calles. Gente que nos cuenta su historia con sólo dedicarles una mirada; mirada cargada de vida, de sufrimiento o de gloria.

Desde mi escalera pude contemplar muchas cosas de esta mi ciudad, y de la gente que comparte conmigo cada rincón.

La nostalgia de mi escalera me llevó a subirme contigo a la tuya, y contemplar las inquietudes e historias que habitan en cada peldaño, en cada descansillo de la misma.
Me gustó mucho lo que ví a través de la barandilla y decidí sentarme con vos más veces ahora que descubrí dónde te encuentras.

Gracias por el post y por darte una vuelta por mi rincón.

Besos.

12:46 p. m.  

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