Jorge sentado en la escalera

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domingo, junio 04, 2006

Mensaje en una botella

A Marcos (con H intercalada), de un mago escondido.
Te he visto jugar con los niños... Te equivoqué con unos de ellos. Aspirabas, un día, a ser una huella en sus vidas de adultos, ¿recuerdas?. Aún son niños, pero me pareció que eras más espíritu que huella. He pensado en esto, en la diferencia entre una huella y un espíritu, entre querer ser huella en el mañana y ser un espíritu en el presente. No encuentro respuesta. Acaso sea la vida que tuviste de niño o acaso sea el niño que has recuperado después de tanto tiempo. Es como una segunda oportunidad de crecer o como una única ocasión de darle todo lo que no le distes y formar junto a él una familia de las que apenas has visto y, sin embargo, has soñado como si fuese una añoranza. Porque no fue pérdida, fue que no tuviste y pasaste años deseando hasta la extenuación. Y ese agotamiento sepultó al niño como si hubiese fallecido víctima de los malos tratos o atragantado con un hueso de pollo que nadie supo sacarte. ¿Has pensado que, tal vez, tenían miedo de que cerrases la boca y les dieras un buen bocado?. Y si te hubieran abrazado por la espalda te hubieras roto; eres frágil y siempre lo has sido. Ahora te sientes fuerte y haces lo que te gusta porque sabes que la vida es larga para los caminos cortos y se hace corta para los caminos largos. Te he visto con los niños y sonreían en tus brazos y aplaudían al escucharte. Yo sonrío y te escucho sin estar tú delante porque cuando apareces dejo de existir igual que duerme oculta la luna cuando aparece el sol. Sé que no siempre, sé que hay días en que la luna se asoma al cielo como un fondo de agua. Si no se asomase no te habría visto jugar con los niños. Tú, sin embargo, no eres fondo de agua y apareces sólo en tu momento. No apareces en la oscuridad porque la oscuridad desaparece al llegar tú y confundirte entre los niños. Ni te preguntas cómo eres, entonces. Sólo eres. Y me hace sentir bien porque te siento natural, tierno y accesible. No debería hablar así, pero algo cambias en mí, que no soy quien era ni quien proyectaba ser. ¿Es una cuestión de huella o de espíritu?. Quizás ese futuro que siempre mencionamos como referente no sea sino una idea para ahogar nuestra desesperanza o justificar nuestra ilusión. Piensa si la realidad es algo más que mero presente. ¿Imaginas ser siempre espíritu y no dejar huella?. El buen caminante no deja huellas, del libro del Tao que me regalaste; un hombre no bueno es la materia de un hombre bueno. Prefiero no saber de ti, no me cuentes que jugando a las canicas un día conociste a una chica a la que dejaste de hablar por haberte enamorado. Sólo disfrutarte sin más que este presente que me regalas en cada momento. Ya no juegas con los niños, ahora contemplas las hojas de los árboles que el viento mece con caricias y susurros. Tu mirada está perdida y busco la luna asomándose en un fondo de agua. En poco tiempo, anochecerá. Pero, aún es pronto y me gusta verte caminar.